Catafixia | El futuro empezó ayer
Editamos porque confiamos en la palabra como vehículo pleno en dirección al futuro. Editamos para esbozar el mapa de nuestra experiencia singular. Editamos para anular al silencio.
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El futuro empezó ayer

El futuro empezó ayer / Catafixia Editorial

 

“Un breve rastreo etimológico de la palabra “inventario” nos remite a los orígenes del término inicialmente concebido como “descubrimiento”, pero también como “creación”. Eso es precismanete lo que esta selección lleva a cabo: por una parte, pone al descubierto las inquietudes de esta joven generación de autores que han renovado la estética literaria guatemalteca a través del rompimiento con la tradición y la reconfiguración del imaginario espacial que los acoge, así como la manera de posicionarse ante el mismo; y por la otra, contribuye a la invención de un nuevo capítulo en la historia de la literatura guatemalteca. Contribuye a inventar el futuro”.

Alberto Vladimir Castillo Ventura

 

“Ya otros escribieron para luchar, los de hoy escriben para Ser. Estamos naciendo”.

Roney Alvarado Gamarro

 

“El futuro empezó ayer”.

Luis Cardoza y Aragón

 

“En la cuarta de forros de la literatura nacional, aparece un anuncio que invita a crear, pensar y sustituir las poéticas del pasado (las de la opresión, la militancia o el suicidio), por las poéticas de la libertad, la independencia y el porvenir. Y con trazo de urgencia, a mostrarse incorruptible frente a toda tentación publicitaria, a riesgo de muerte”.

Sergio Valdés Pedroni

 

Apuesta por las nuevas escrituras de Guatemala

Coordinadores: Luis Méndez Salinas y Carmen Lucía Alvarado
Portada y diseño de interiores: Luis Villacinda
(En coedición con Unesco-Guatemala)
Literatura guatemalteca contemporánea
ISBN: 978-9929-591-02-8
272 páginas
2012

 

“Los guatemaltecos hemos sido testigos de la deformación paulatina del cuerpo geográfico y espiritual que habitamos, ese cuerpo ha aprendido a soportar el paso y el peso de la historia como una interminable golpiza que va dejándolo inválido. El primer golpe fue la conquista y el trauma. Luego vino la farsa de la “emancipación” y el “progreso”, luego la “libre empresa”, las dictaduras, la intervención norteamericana, la intolerancia, el horror y la muerte.

Sin embargo, en medio de ese panorama de tinieblas y patologías, donde todo parece ser posible, menos la creación, la libertad y el deseo, han surgido poderosos anticuerpos de luz que rescatan las pocas facultades que le han quedado intactas al cuerpo mutilado de nuestra “nación”. Estas facultades son la sensibilidad, la imaginación creadora y la conciencia. A partir de ellas, el arte en Guatemala es una de las respuestas más potentes ante la magnitud del drama que se produce en esta tierra, construyéndose como un irrenunciable acto de fe en la capacidad creadora del ser humano, como una tentativa para el montaje de realidades paralelas y trascendentes.

Si bien Guatemala sobrevive en una situación de crisis latente, y ninguna de sus enfermedades históricas y sociales ha podido ser sanada, el vigoroso surgimiento de las escrituras contemporáneas en este país devela que la creación, la sensibilidad y la capacidad de asombro permanecen siempre intactas, a pesar de las condiciones dramáticas de un país tan golpeado como el nuestro. La literatura en este contexto es la evidencia de una conciencia colectiva que encuentra en la construcción de ficciones, en la imaginación y en el mero hecho de sentir, las suficientes razones para afirmar que el dolor se convierte (entre otras cosas) en fuerza, que el dolor no se anula pero se transforma en arte.

El trabajo escritural plantea, para nuestra generación, un desafío y un compromiso. El trabajo de lectura también. Nuestra reflexión histórica suele ir varios pasas por detrás de la historia misma, y es momento de colocar sobre la mesa un poco de presente y pensar sobre él. Es momento también de imaginar como posible una tradición y un flujo a partir de una visita insospechada de nuestra historia literaria, que permita entenderla no solo como un recuento de pasados que aíslan y se agotan, sino como una proyección y un desborde hacia el futuro (ese futuro siempre posible y luminoso que es el arte). Nuestra generación está en la puerta del acto revolucionario más auténtico: fundar una tradición. Esa necesidad ha sido una constante a través del tiempo, y ahora la asumimos como propia, para que (en palabras del poeta Antonio Brañas) toda esa luz no sea “eternamente, un montón de plumas furiosas sobre una aldea dormida”.

Luis Méndez Salinas
Carmen Lucía Alvarado

 

“Es así que a diferencia de pueblos vencedores, en esta Guatemala llamada de posguerra, la historia la llevamos como una cruz. Pero por ello mismo tenemos la ventaja de no depender de sus promesas y tenemos el sagrado derecho de pensar en términos utópicos”.

Diego Azurdia